viernes, 1 de enero de 2016

Mi propio Huerto del Edén

La vieja y conocida historia de Adán en el Huerto del Edén cobró un nuevo significado para mí cuando escuché a un pastor hablar acerca del Diezmo y su similitud con los árboles del huerto, puesto que de la misma manera en que Dios le había dicho a Adán: "De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás", también a los cristianos que hemos hecho un pacto con Dios nos podría decir: "De todo lo que recibas podrás comer, pero del 10% no comerás, porque está destinado para la obra de Dios".

No puedo dejar de pensar que lo que realmente pasa con Dios es que él nos da mucho, quizá debiera decir muchísimo, así como a Adán le dio un huerto con muchos, muchísimos árboles que daban frutos deliciosos y apetecibles.  Pero debo reconocer que Dios siempre se reserva algo, no mucho, quizá debiera decir poco, para él mismo, tal como se reservó el árbol de la ciencia del bien y del mal con el único objetivo de probar nuestra disposición a la obediencia, y con eso conocer quien realmente somos.

Piénsalo, también a los israelitas les dijo: "Seis días trabajarás y harás tu obra, pero el séptimo día será día de reposo, consagrado a Dios".  Dios nos da mucho pero siempre se reserva algo para él.  ¿Tiene sentido verdad?

Dios prueba nuestra obediencia de varias maneras, y de la misma manera como Adán le falló, nosotros seguramente también lo hemos hecho.  Pero Dios decidió perdonarnos y darnos otra oportunidad, al enviar a Jesús a pagar el precio por nuestros pecados y al enviar al Espíritu Santo para acompañarnos en nuestra vida cristiana.

Estoy seguro que si a Adán le dan otra oportunidad de regresar al huerto, no volvería a comer del fruto prohibido, sabiendo todo lo que pasaría, no, no lo haría.

Este nuevo año, Dios nos da una nueva oportunidad:  aceptar el perdón de nuestros pecados a través de Jesús, y volver a habitar nuestro propio Huerto del  Edén, donde hay tantas cosas que son permitidas hacer, tantas actividades que disfrutar y hacer todo aquello que nos da felicidad y nos hace sentir que caminamos cerca de Dios.

Aunque en nuestro propio huerto también habrá uno que otro árbol prohibido,  al ver uno  debiéramos tener la suficiente sabiduría como para pensar "Ahh… de lo que me perdería si volviera a desobedecer a Dios" y con una sonrisa de satisfacción simplemente pasar de largo y continuar disfrutando de nuestro propio Huerto del Edén.

¿Tiene sentido verdad?

La vida junto a Dios siempre será mucho mejor, regresa y no vuelvas a separarte de él!


Feliz Año 2016!!!

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